¡Claro que sí! quien se pone primero en la fila de la población sana
Se avecina nuevo debate en nuestro exitoso Plan de Vacunación, cuando la velocidad de inmunización que nos sitúa como lider mundial nos está permitiendo avanzar a la inoculación de la población sana.
¿Quién primero y quien después? será el debate que viene y nos recuerda el lamentable episodio de algunos alcaldes saltándose la fila para responder a su electorado, y haciendo caso omiso de la recomendación de epidemiólogos para concentrarse en los más adultos.
Esa irresponsabilidad se diluyó una vez que el programa avanzó a personas con comorbilidad, y eso no significa que aun no estén sucediendo esos saltos de fila.
Ahora cuando hay que poner un orden para inmunizar a un mayor grupo etario en busca de la vacuna, veremos cuales son las justificaciones para unos primeros y otros después.
A mi juicio, debiera seguir predominando la mayor edad y punto, sin discusión. Las excusas que yo primero y tú después no debieran tener cabida, particularmente porque la población que mayoritariamente está colapsando los hospitales es el grupo etario de 53 y 60 años.
En el intertanto que esa discusión se aproxima, les invito a leer mi columna del 26 de febrero en cuyo texto vinculamos este “salto de fila” alcaldicio con el enrarecido entorno existente hoy en Chile y que titulamos “la Escala de lo Incorrecto”
¡Cuántas incorrecciones se han cometido en los últimos años en nombre de privilegios y argumentos que se caen a pedacitos!
La Escalada de lo Incorrecto
Semanario “Tiempo” 26/02/2021
Todos hemos tenido motivos para impacientarnos en una lista de espera.
Hace varias décadas había una lista de espera de hasta un año para lograr un teléfono residencial, inimaginable hoy para nuevas generaciones con 2 equipos en el bolsillo. También hicimos fila por alimentos y por una pasta de diente.
Han reaparecido por la pandemia las llamadas “colas”. Hubo filas frente a ollas comunes, en bancos y en supermercados. Se han sumado a las virtuales para obtener un cupo universitario, un subsidio y otros de índole social.
La más dramática lista de espera es de pacientes con graves enfermedades, una situación que esta crisis sanitaria debe haber profundizado.
Una gran mayoría quiere vacunarse, muchos no están dispuestos a esperar y hay alcaldes predispuestos a instrumentalizar la lista de espera establecida por los expertos.
Y por eso ya podía anticiparse que las prioridades para ancianos y enfermos recomendadas por epidemiólogos generarían desacato entre quienes buscan saltarse la fila.
Claro, la cultura de la inmediatez y del individualismo y que autoridades locales en plena campaña usen y abusen del Plan de Vacunación era el terreno abonado para dar curso al saltarse la fila.
Lastimosamente, cuando se nos señalaba como el país modelo en la implementación del Plan de Inmunización, nos hemos sumado a las situaciones tan vergonzosas del “Vacunagate” peruano y la Vacunación “Vip” de Argentina. Caímos también en el mismo saco de Nicolás Maduro anunciando las prioridades terapéuticas para toda la plataforma de autoridades gubernamentales y dejando de lado al pueblo que tanto dice amar.
¿Era estratégica y adecuada la planificación chilena por grupos etarios mayores y enfermos crónicos y vulnerables? Claro que sí: estaba dirigida a contener las muertes focalizadas especialmente en esos grupos y a evitar que nuevamente colapsen los hospitales. Esos sustanciales argumentos se fueron al tacho de la basura con las prioridades autorizadas por debajo de la mesa.
Si retornamos a etapas críticas serán esos mismos ediles quienes estarán saltando la fila para reprochar la inoperancia del sistema.
El desacato a las normas establecidas ha escalado en Chile con nefastas consecuencias. Parlamentarios justificando el salto a la Constitución, calificando de “héroes” a quienes destruyen el patrimonio estatal y las fuentes de trabajo, han sido pésimos ejemplos con su precedente de jóvenes saltándose los torniquetes en el Metro destruyéndolo.
El trágico episodio de Panguipulli no es un hecho gestado en la rebeldía de un joven y un Carabinero excedido en sus funciones.
Cuando ese drama ocurrió, ya muchos estaban faltando a sus deberes de cargos y habían corrido lastimosamente los límites de lo correcto.
Hoy varios alcaldes y su propio “orden en la fila” de privilegiados con la vacuna representan la continuidad de esta subcultura de los excesos y transgresiones que recorre preocupantemente nuestro país.
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