“Los Dos Papas” y su eventual camino a los premios cinematográficos
Hechos que realmente acaecieron y la necesaria dosis de ficción reúne la reciente realización de Netflix titulada “Los Dos Papas”, una cinta que conjuga el momento histórico de la renuncia de Benedicto XVI y la ascensión al trono del Vaticano del actual Pontífice, Francisco.
Con 4 nominaciones a los Globos de Oro, este filme está pavimentando sus posibilidades de lograr situarse en las postulaciones al Óscar. Jonathan Pryce y Anthony Hopkins, los dos actores en los roles de Francisco y Benedicto XVI respectivamente, figuran en las correspondientes categorías al Mejor Actor (Pryce) y al mejor Intérprete de Reparto, a un notable Hopkins, cuya actuación no sólo es excepcional y podría llevarle a obtener su segundo Globo de Oro, sino llama la atención su además extremo parecido con Joseph Ratzinger.
Lo mismo puede decirse de Pryce con respecto a su interpretación como el actual Jefe de la Iglesia Católica, que otorga solidez a esta realización, donde el sustento global está en este binomio de extraordinarias actuaciones.
“Los Dos Papas” está candidata a llevarse también los Globos de Oro en las categorías al Mejor Drama y Mejor Guion, como premios a una construcción fílmica ágil en un relato que, de no mediar los eficaces elementos de edición apropiados, pudo haber caído en una teatralización que nunca es bien acogida por quienes nos disponemos a ver en pantalla una narración con los códigos propios de una buena película.
De la vida real esta producción rescata episodios biográficos de Benedicto y Francisco, particularmente la discutida participación de este último en tiempos de la dictadura de Jorge Rafael Videla en Argentina (años 70) que muchos le enrostran como carente de la necesaria fuerza en su calidad de Provincial Jesuita, cuando no logró rescatar de la tortura a sacerdotes que trabajaban en las llamadas villas miseria de Buenos Aires. Por el contrario, se le acusa de llevar a cabo una delación. Ese, el episodio más negro de Bergoglio, nunca ha sido suficientemente aclarado, pero en el filme se le describe como una gran mea culpa del futuro Pontífice ante Benedicto XVI. Tal vez en ese capítulo radique la razón de que el Sumo Pontífice a pesar de haber ya cumplido una cincuenta de giras a naciones extranjeras, aun no pisa suelo argentino como primer pastor. Algo que pudo haber hecho cuando visitó Chile, Perú, Ecuador, Colombia y Bolivia.
En el caso de Benedicto, la cinta coloca su énfasis en el agotamiento físico de éste, hoy Papa emérito, como la principal causa que decidió su renuncia y nada se alude en la cinta a los recurrentes rumores de presiones de la curia al interior del Vaticano por su postura conservadora que entró en conflicto con corrientes más progresistas.
Sí insinúa que los hechos en que se vio involucrado su mayordomo al revelar documentos secretos del Vaticano, suceso que se conoció como los Vaticanleaks.
Hay otros acontecimientos en la vida de Benedicto que el director brasileño Fernando Mereilles omitió, como su presencia en Auschwitz y su famosa frase, parte de su discurso en ese campo de concentración, donde exclamó: “¡Cuántas preguntas se nos imponen en este lugar! Siempre surge de nuevo la pregunta: ¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? ¿Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción, este triunfo del mal?” Valiente expresión en un Papa y cuánta feligresía hubiese deseado similares énfasis en los delitos cometidos por cientos de sacerdotes a través del mundo contra niños y jóvenes.
El filme, más bien se concentra en aspectos más lúdicos de los Pontífices, como la afición de Francisco por el fútbol y el tango; la novia a la que renunció y las habilidades musicales de Benedicto, tal vez uno de los líderes católicos más letrado de los últimos tiempos, un aspecto que la cinta aborda de forma somera, así como su extraordinaria proliferación de documentos papales que redactó durante su reinado.
Un término este último que bien puede abordarse a propósito de este filme, que deja ver como aún está la presencia en el Vaticano de ese insultante boato y el reverencial trato que se otorga a los Pontífices. Eso a pesar de las anunciadas disposiciones de mayor moderación que se esperaba llegasen con Francisco.
A Benedicto XVI se atribuye en la película- seguramente una ficción- un rol primordial en la elección de su sucesor, en el convencimiento para que se convirtiera en el futuro Papa y haciéndole desistir de la renuncia al retiro que este pretendía en momentos que ejercía como Arzobispo y Cardenal de Buenos Aires.
Este relato fílmico tiene más méritos cinematográficos que biográficos de ambas figuras y está claro que la pretensión del director fue más novelesca que realista. Y eso es precisamente lo que se debe buscar en esta cinta que tampoco pretende hacer un blanqueo de la enorme mácula existente en la Iglesia Católica de tantos niños y jóvenes abusados por el mundo. Recuérdese los tropiezos que experimentó Francisco en su visita a Chile, a propósito de ese gran pecado sacerdotal.
El tema de los abusos apenas merece alguna línea por ahí y, sin embargo, la herida que todavía está plenamente latente en la feligresía podría ser el gran freno para que esta realización logre premios cinematográficos, si tenemos en cuenta que muchos hechos circunstanciales han impedido que grandes producciones del cine arte reciban estos reconocimientos.
Con todo, recomendamos “Los Dos Papas” por, reiteramos, sus virtudes cinematográficas.
Así como también hemos recomendado en estas páginas otras candidatas a los Globos que se otorgarán en 5 días más: “Historia de un Matrimonio”; “Erase una Vez en Hollywood”; “Dolor y Gloria” y “El Irlandés”, y como también hemos bien calificado las actuaciones de Antonio Banderas, Brad Pitt, Joe Pesci, Laura Dern y Adan Driver, todos postulantes a estas preseas.
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