Voluntad y disposición, las grandes ausentes de la convulsión en Chile
El mundo político-llámese izquierda, llámese derecha- parece aun no comprender que el proceso que vive el país hoy es sin vuelta atrás.
La ciudadanía está diciendo desde hace 16 días que no saldrá de las calles mientras no vea soluciones concretas a la angustiante situación que viven hoy muchos chilenos, fundamentalmente en sus demandas por mejores salarios; salud y jubilaciones dignas.
Esto no es la tensión de otrora que llegada a un clímax y tras unos maquillajes por aquí y por allá retornaba a la cotidianeidad.
Del otro lado es altamente pernicioso que cumplidos 16 jornadas de protestas, muerte, violencia, destrucción, el país no logra su normalidad.
Hoy el balance inmediato nos deja una fuerte interrogante sobre los procedimientos militares y policiales en las calles que darán lugar a procesos en los tribunales nacionales e internacionales; a los ciudadanos con enormes dificultades de transporte; a trabajadores que perdieron sus fuentes laborales y otro gran número que disponían de estructuras salariales sobre comisiones que verán ostensiblemente reducidos sus ingresos para responder a compromisos y gastos fijos; a un enorme número de pequeños comerciantes con locales destruidos y mercadería robada; a estudiantes con su periodo escolar interrumpido; y una gran incógnita en materia de inversión, estabilidad, riesgo país, crecimiento y con una tasa de desempleo que se elevará, tras un trimestre que iba a la baja.
Pero lo peor es lo intangible que no por ser incorpóreo deja de ser sustancial, como lo dañada que está nuestra institucionalidad, columna vertebral para que una nación funcione en orden, su ciudadanía cuente con la certeza que el servicio público en sus múltiples quehaceres funcionará y que ese cuerpo estructural gestione con eficiencia.
Todo lo anterior está en cuestionamiento, debemos restablecerlo y otorgarle la misma prioridad que a las acuciantes demandas económicas de los sectores de menores recurso y medios.
¿Y dónde está el escollo? Precisamente donde tiene su origen el conflicto, en el sector político y ya su prolongada sordera a escuchar estas demandas y a no descomprimir este estallido social.
Poco ayudará pero se esperan los necesarios gestos de bajar la dieta, reducir los feriados parlamentarios, a que los ciudadanos le financiemos su semana distrital, de la cual no dan cuenta ni evidencia, menos transparencia. A que el aparato fiscal se descontamine de operadores políticos y que el liderazgo de la estructura pública sea asumida por funcionarios debida y transparentemente calificados.
¿Y qué pasa con los ex mandatarios con sueldos vitalicios y bonos millonarios impresentables que suman mensualmente más de $ 20.000.000 frente a los sueldos miserables de miles de ciudadanos? ¡¿Qué necesidad hay que se mantengan esos sueldos?
Muchas más son las interrogantes ¿Cómo es posible que el país tenga proyectos y agendas paralizadas como consecuencia de la tozudez bidireccional del Gobierno y la Oposición?
A excepción de sectores aislados, un silencio nada de colaborativo es a mayor abundancia el del sector de las grandes empresas, que efectivamente responden con mejores niveles de sueldo pero que claramente está llamada a reducir sus siderales ganancias en beneficio de elevar aun más los salarios de sus trabajadores.
Lo sorprendente de esta crisis es que a pesar del evidente escenario de Chile en profunda crisis, la certeza de una ciudadanía agobiada y las consecuencias de los daños de un sector de vándalos, el mundo político muestra incapacidad para reaccionar con soluciones concretas y efectivas.
Tampoco la ciudadanía puede embriagarse con demandas excesivas o exacerbadas desde grupos interesados en sólo continuar generando el caos. Hoy desde organizaciones gremiales ha surgido un llamado a paralizar el país en recursos estratégicos y eso sólo golpeará de manera aun más impía a la ciudadanía más modesta que sólo desea recuperar el país y que sean escuchadas y resueltas sus demandas.
La voluntad y la disposición de todos los sectores son las grandes ausentes en esta inquietante convulsión nacional.
Comments
No comment