La Escuela de Periodismo de la Universidad de La Serena- sus alumnos, sus egresados, sus académicos y sus funcionarios- tiene un gran motivo para estar feliz.
¿La Razón? Ha culminado el proceso de acreditación con una certificación por 5 años, período que da cuenta de una sólida calidad en su proceso de enseñanza-aprendizaje y eso significa que otorga una adecuada y pertinente formación a los jóvenes que confían en el servicio docente que ofrecemos.
Eso lo sabe el cuerpo de profesores- del cual formo parte- cuando vemos cómo nuestros egresados acceden exitosamente al mercado laboral; que no hay dificultades para que los jóvenes que desean incorporarse a la demandada y exigente plaza de trabajo de la Región Metropolitana, lo puedan hacer en propiedad, aun con la desventaja de ser ilustres desconocidos para editores de medios y corporativos de la capital. También dominan el mercado de la Tercera Región, donde compiten con egresados de la Universidad Católica del Norte.
Muchos de nuestros egresados han emprendido además vuelo en altura y se han transformado en exitosos emprendedores, ya sea en gestión periodística u otras relacionadas. Esto último da cuenta que nuestros titulados cuentan con una base sólida para la diversidad multidisciplinaria.
Otros ya ocupan cargos de jefatura y editores. También han incursionado como productores en nuevos formatos, en tanto un importante grupo se ha preocupado por su educación continua y está estudiando ya sea otra carrera, o programas de postgrado.
Recuerdo que como directora de carrera y coordinadora de las prácticas profesionales, recibía felicitaciones de empresas por el trabajo demostrado por los alumnos y eso se reflejaba además en los informes, pletóricos de elogios. Una gran cantidad de supervisores me ofrecían espontáneamente reservas en cupos de prácticas tras aventurar con nuestros primeros egresados.
El camino no ha sido fácil, no sigue siendo sencillo. No es una cuestión privativa de nuestros alumnos y a riesgo, como me ha sucedido en otras oportunidades, que a algunos les disgusta que lo exprese, los jóvenes llegan con muchas carencias a la universidad.
Carecen al ingresar de capacidad de relacionar, interpretar, argumentar, concluir, aplicar e incorporar la lógica en procesos ya sean orales o escritos. Hay escasa motivación lectora, un elemento básico para ampliar el léxico en todas sus expresiones. La comprensión lectora y del contexto, elemental para deespegar en formación profesional, también se observa como gran ausente. Eso no es ningún misterio. Los últimos informes en Chile, señalan que el 84% de una encuesta no logró mostrar comprensión lectora: más que preocupante, da cuenta de la profundidad de los déficits en Calidad Educacional.
Precisamente este domingo, en uno de los escasos programas periodísticos que se agendan en horario Premium, los entrevistadores consultaban a una alta autoridad del nivel central qué entendía por Calidad Educacional, que a fuerza de tanta crítica, está siendo incorporada como consigna en la promoción de la Reforma Educacional. Lamentablemente respondió con una evasiva, con la clásica respuesta de político, que si se desmenuza, no aporta nada. ¿Cómo van a implementar la calidad educacional si no se han preocupado en indagar con especialistas y docentes cual es la ruta para alcanzar la Calidad Educacional, cuáles son sus ejes y cuáles son las debilidades que tiene a nuestra Educación en un muy mal pie?
Yo diría que la Calidad tiene que ver con el factor humano- el profesor, el maestro y su adecuada formación para guiar a sus alumnos- pero también con tener capacidad para despertar en los jóvenes el potencial por la aplicación, la relación, la interpretación, la creatividad y todo lo ya expresado en el conocimiento. Llegamos nuevamente al factor humano y cómo avanzaríamos con la motivación de los alumnos para asumir un mayor protagonismo en su formación, tarea que es responsabilidad familiar y del docente poder despertarla. Todos factores humanos y lo monetario debiera quedar relegado a lo complementario y en beneficio de los más vulnerables.
¿Más contenidos, más información en contenidos curriculares? ¿Para qué? Si eso está a segundos de un click con la tecnología. La clave está en el interés por aprender, por cultivarse, por no quedar a ciegas tras leer un texto: ese es el analfabetismo que sobreviene y que es un drama que nos rebotará a futuro como sociedad o tal vez ya está presente.
Con esos fantasmas, debemos luchar los docentes universitarios, particularmente quienes trabajamos con el lenguaje. Representa una tarea ardua, de mucho esfuerzo, de escaso reconocimiento, porque además no se visibiliza.
Por eso, en la Escuela de Periodismo estamos muy orgullosos de lo logrado, de estos 5 años de Acreditación, certificación que nos invita a seguir avanzando en la preparación de los periodistas, cuya labor va más allá de la simple información a las audiencias: es motivar y provocar con sus textos a la sociedad, que realmente lo necesita.
Gracias a los jóvenes- alumnos, egresados, titulados- que nos acompañaron con la camiseta muy bien puesta por su Escuela y porque lo que expresaron ante los pares evaluadores no fue maquillaje ni defensa chauvinista, sino el reconocimiento a lo que su Escuela hizo por ellos.
Igual gratitud para los empleadores que se movilizaron para acompañarnos, para expresar los amplios niveles de satisfacción que tienen con respecto al aporte de nuestros egresados en sus Corporaciones.
Para nuestra Oficina de Acreditación, liderada por mi amigo, Profesor Aníbal Cruzat (ja,ja), y muy bien secundada por María José Rivera, quienes prestaron valiosa asesoría en el proceso.
Y un reconocimiento también para los pares evaluadores, por cumplir una labor muy profesional. Nos preocupamos que provinieran de universidades tradicionales. Todos los académicos coincidimos en que recibimos una Comisión de muy alto nivel, que miró hasta por debajo de la alfombra nuestras fortalezas y debilidades y que nos hizo tiritar con un contundente y riguroso informe de 80 páginas, una exacta radiografía de nuestro quehacer y de los resultados obtenidos.
Por eso, la acreditación de 5 años es un logro ganado en muy buena lid, con lo que somos y con el esfuerzo de nuestra comunidad para formar con responsabilidad a los futuros periodistas.
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