El punto de Inflexión que hoy vive Chile requiere mejor calidad de políticos
Concluyó ayer la administración de la Presidenta Bachelet y muchos- sustentándose en las propias palabras de la ex gobernante, en cuanto a no intentar retornar a una próxima candidatura- estiman que ha sido el fin de la Era de Bachelet, atendiendo que ella misma manifestó no postular de nuevo a la Primera Magistratura.
Le deseamos lo mejor en sus nuevas tareas, pues una vez más es acogida por la institucionalidad internacional, y creemos que el más apropiado bagaje que puede llevar a los cargos que va a ocupar es la experiencia de estos últimos 4 años al mando de Chile.
Y el mejor bagaje de Chile en los siguientes años debería ser que los políticos, empresarios y todos aquellos que ocupan cargos cupulares, que dan lugar a veces a decisiones insensatas, aprendan que la ciudadanía está exigiendo ética en su conducta. Así como todos aquellos elegidos en cargos democráticos se dediquen a trabajar para el país.
De dulce y bastante de agraz tuvo el régimen de Bachelet, seguimos sosteniendo todo lo expresado a través de las múltiples opiniones que vertimos en las crónicas de estos 4 años, cuando desde el inicio nos asaltó la duda de la enorme cantidad de materias que pretendió abordar, y titulamos ese primer artículo “Quien mucho Abarca….”
Nadie duda de las intenciones de la mandataria que a través de los 1.460 días que gobernó de ser recordada por haber heredado para los chilenos un país transformado.
Y en rigor, es lo que requiere Chile: ya tenemos una sociedad transformada que demanda que sus autoridades, su institucionalidad, su infraestructura, sus políticas públicas y privadas, sean y se relacionen de manera distinta.
Pero eso no ocurrió en la era de Bachelet: persiste la desigualdad, se mantienen los campamentos de pobres, no avanza la descentralización ni la regionalización del país; está pendiente mejorar la calidad educacional y la Delincuencia, la Araucanía, la Salud, la Previsión y los Niños son grandes tareas en espera, entre otras múltiples que hemos reclamado en los textos escritos para estas páginas.
Por eso es el legado de la Presidenta como suelo suceder en las herencias, contiene además variadas deudas y heridas abiertas, particularmente en los chilenos pobres y de clase media quienes hoy deberán continuar lidiando con un salario precario, un empleo esquivo, una “jubilación” indigna, un transporte ineficiente, con listas de espera en salud y con la inseguridad al transitar por las ciudades que son categoría A B C o D, dependiendo de la cercanía con el área metropolitana.
Seamos también realistas, estamos mejor que otros países y ello se expresa en la inquietante corriente migratoria que está recibiendo el país sobre la cual también hay tarea pendiente incluso en beneficio de ellos, pero ello no obsta que Chile- y deberá ser el gran compromiso ético del nuevo Gobierno- tiene que dar un salto hacia un mayor desarrollo. Tal propósito no está asegurado porque también puede significar un salto hacia el vacío.
Es responsabilidad de la Era Piñera, pero también de toda la ciudadanía, y particularmente de las autoridades que deberán enmendar su comportamiento, no acceder a prácticas irregulares, conductas abusivas y de privilegio, como ha ocurrido en los Poderes Ejecutivo y Legislativo e institucionalidad como Carabineros. Incluyamos el empresariado, a Industrias como las de carácter financiero- Bancos, Isapres y AFP, y las productivas en su relación con sus trabajadores.
Todo lo expresado sitúa a Chile en un punto de inflexión, con una población que está aguardando las acciones transformadoras que estaban en la agenda de la Presidenta Bachelet, pero que quedaron en el camino o fueron mal abordadas y que constituyen también lo que ella llama su legado.
Chile está hoy en un buen pie económico si lo observamos con una mirada de quienes están emergiendo de un mal periodo. Pero la economía no lo es todo y eso quedó plasmado en el anterior paso de Piñera por La Moneda.
Por eso, que el Gobierno de este nuevo gobernante sea realista y tenga presente que él, los asesores que le acompañan y particularmente su coalición no llegaron a La Moneda ni por simpatía ni adhesión ideológica, simplemente porque los votantes no vieron en la propuesta del hoy ex Oficialismo la respuesta al Chile que aspiran.
Lo deberá tener además presente la que a contar de hoy lunes 12 de marzo pasa a ser la Oposición: la retroexcavadora no funcionó estando en La Moneda y tampoco lo hará fuera de la Casa de Gobierno: no es lo que el país quiere, así de simple.
Intuimos en Piñera que inicia su administración con una interrogante principal: poder aplicar su programa sin que encuentre un obstáculo cerrado en una Oposición que es mayoría. Esa es una torpeza en que todos pierden, pero especialmente Chile.
Por eso si desglosamos el discurso y parafraseo de Piñera, su sustantivo recurrente ha sido el de “unidad”.
¿Lo logrará? Lo responderemos en estos 4 años en que revisaremos con el mismo desprendimiento ideológico con que analizamos la Era Bachelet.
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