Nuestra Reflexión sobre la visita Papal

Mientras escribía este artículo, tuve  como telón de fondo cánticos provenientes del Colegio San Ignacio El Bosque de Providencia, administrado por  la  congregación jesuita. El plantel no ha tomado vacaciones, y durante todo el último fin de semana,  y desde hace  bastante tiempo ha sido incesante  la actividad en preparación a la visita del Papa, una de cuyas vertientes ha sido el denominado “Encuentro Magis”  que organiza este colegio. Se inició hace 2 días y   reúne a  más 1.300 jóvenes adolescentes para que, coincidiendo con esta visita del jefe de la Iglesia Católica, los congregados reflexionen sobre el llamado del Pontífice “a soñar con una  Iglesia renovada para nuestros tiempos”.

En el San Ignacio de El Bosque pesó hace algunos años la presencia del  cura Felipe Berríos, cuya prédica dominical- de una misa masiva de concurrencia en el  gran gimnasio del plantel- era muy aterrizada a la cuestión terrenal. A esa misa asistía el ex Presidente Patricio Aylwin. Este es un colegio con una cultura férrea del catolicismo con el sello del jesuismo y de muy alta convocatoria entre su alumnado, la comunidad de padres y apoderados y los católicos residentes en el sector de Providencia. En su patio se desarrolla tradicionalmente los 25 de diciembre la Misa Pascual, una de las más masivas, aun pese a los difíciles años que han trascurrido para la Iglesia católica en esta última década. Y aunque el colegio se ha aggiornado, hoy cuenta con su primer rector laico, no abandona esta exitosa misión de liderar la fe católica cristiana. Una señal de ello es cómo ha asumido esta visita papal, liderando una de las múltiples actividades que la Iglesia católica ha emprendido, con la presencia de Francisco, como una gran oportunidad para reversar el distanciamiento que muchos católicos han asumido tras los luctuosos sucesos revelados y que involucra a un  número importante de sacerdotes.

Es una de las facetas de esta visita. La otra responde por la misma motivación a grupos moviizados que a través de  manifestaciones en su mayoría violentas quieren expresar el desencanto, la decepción frente a una institucionalidad confesional que ha defraudado por estas  acciones dolosas y dolorosas y  por demostrar la Iglesia su incapacidad para aplicar aquello que se les exige a su feligresía: admitir sus pecados en un acto de humildad. Son quienes no han visto en la Iglesia Católica su permanente e histórica prédica de proteger a “los pobres”, vistos éstos en una acepción  más profunda que el criterio economicista.

En efecto, una de las evangelizaciones por la que se ha reconocido a la Iglesia Católica es su “opción por los pobres”.

“Los Pobres” en estos años han sido aquellos niños cuyos padres confiaron a un sacerdote que cometió la felonía del abuso, una deleznable práctica extendida por el mundo, y cuya segunda y enorme mácula fue el débil reconocimiento de la Iglesia Católica  a tan miserables  hechos y de protección de los abusadores.

Por eso hoy, la visita papal tiene un contexto precedido por violencia y hoy aquellos que además de la fe, tienen  los pies sobre la tierra, desean escuchar en los discursos papales el mea culpa y la admisión de tales faltas.

Eso, apenas mermaría el irreversible manto de protección de la jerarquía católica sobre todos aquellos que bajo una sotana, una retórica y la supremacía sobre un menor actuaron de forma impía.

Los “pobres” son también aquellos quienes el sistema dejó a la deriva y no les otorgó la oportunidad de recibir aquello que brutalmente se denominaba el “chorreo”, que era una suerte de dádiva o remanente del progreso y el enriquecimiento que tocó sólo a algunos.

Los “pobres” son aquellos que también el sistema les mantuvo en el oscurantismo de la incultura por una mala calidad educacional.

Y son aquellos que deben vivir en guetos donde el diálogo se construye con balas y domina el narcotráfico y la delincuencia.

“Pobres” han sido también quienes fallecieron integrando una lista de espera.

“Pobres”  son también aquellos incapaces de liderar desde sus trincheras políticas usando el diálogo, la tolerancia e ir en pos de una construcción unitaria del país.

Y también aquellos empresarios que no comparten con sus trabajadores el fruto de la rentabilidad obtenida. Como aquellos que desde sus cargos cupulares ponen el pie sobre quienes están bajo su tutela.

Es el  universo que estimamos debe estar contenido en el mensaje de este Papa y es nuestra reflexión sobre su visita a Chile. El resto del protocolo, los formulismos y la diplomacia no es nuestra motivación, eso será lo que  llenará páginas de  diarios y espacios radiales y de  televisión de un Papa del cual se espera mucho más para que se haga  realidad la consigna que guía el encuentro que hasta el 18 de enero sostendrá el San Ignacio del Bosque: “soñar con una Iglesia Renovada para nuestros Tiempos”.

A Francisco le resta aun mucho camino para demostrar si es él “el Papa para nuestros Tiempos”, lo obrado hasta la fecha no ha sido suficiente.