Hay muchos sufragios huérfanos, pero los cazadores no saben buscarlos
Los grandes olvidados del balotaje rumbo a elegir al nuevo Presidente, han sido los ciudadanos que no ejercieron su derecho a sufragio el pasado día 19.
No están al menos en el horizonte de uno de los candidatos, Alejandro Guillier, quien busca tras adaptación de su compendio, seducir a los titubeantes electores que otorgaron el voto al Frente Amplio.
En rigor, Guillier va por menos del 10% del electorado total, si se piensa que en la primera vuelta se pronunció el 45% de la ciudadanía y que el 20% del FA hay que llevarlo a la realidad de menos del 10% del total.
Lo mismo sucede con el 36,64% de Piñera, que es menos del 17% del total y el 20,27% de Guillier, que baja al 10%.
Lo anterior, dicho en cifras gruesas, soy la menos calificada para hacer la estimación fina. Pero esa realidad indica que lo que debiera interesar a ambos cazadores de votos es el 55% que se quedó en su casa.
Piñera busca sumar en Puente Alto, donde obtuvo menos preferencias que las logradas por Ossandón en primera vuelta y tampoco le habla los ausentes en las urnas, aunque bien entre ese 55% podrían situarse los ossandistas. Pero debiera convencer a la silente mayoría que enmudeció el pasado 19.
Y este candidato todavía no entiende que cuando quiere pegar un golpe, le va mal, porque no sabe hacerlo, es pésimo pugilista. Quedará como su mejor ejemplo la supuesta denuncia sobre votos marcados.
Guillier también se equivoca porque ya tiene los votos del Frente Amplio, porque este ve en Piñera al “cuco” que hay que ahuyentar, pero es un movimiento que le ha dicho al candidato que lo que escriba en las urnas, lo borrará con el codo si no les considera sus propuestas.
El Gobierno también pasará examen en el balotaje, ya reprobó en primera vuelta y en ese empeño hay que entender el traslúcido intervencionismo de La Moneda.
Lamentablemente, mientras eso sucede, el país, sus problemas y sus desafíos, están hibernando con su Presidenta sumándose como una activa voluntaria en campaña.
La campaña está centrada en insultos, descalificaciones, estrategia que no seducirá a este 55%, que en gran parte aspirará a escuchar cómo quienes pretenden asumir el Poder resuelven los problemas que no están presentes en las consignas electorales.
¿Alguien ha escuchado cómo enfrentar la Delincuencia, azote sobre el cual ha habido sólo titulares sin propuestas?
Lo mismo es válido para la descentralización del país y su consecuente regionalización.
Por el contrario “El Príncipe” de Maquiavelo y su descarada propuesta para acceder al Poder, aunque sea con engaños, se ha paseado en esta campaña que ratifica lo despiadada que es la política.
Se cumple así el axioma más conocido de “El Príncipe” en cuanto a que “el fin justifica los medios”.
En el texto del renacentista nos inspiramos para escribir la columna de la semana pasada para el Semanario “Tiempo”.
Les invito a leerla:
Los Príncipes y sus Tácticas
¿Estará en los veladores de Piñera y Guillier “El Príncipe” de Maquiavelo?
Al parecer sí, si observamos el encono a que ha llegado el combate final que decidirá quién cruzará La Moneda en marzo próximo tras ser ungido con la banda presidencial.
El texto en el siglo XVI debe haber provocado escándalo por el desparpajo con que desnuda- con fina ironía- todas las estrategias para acceder al Poder.
Eso se entiende en el contexto que Maquiavelo escribió este Tratado, en la cárcel, donde lo envió Lorenzo de Médici, quien gobernó Florencia con el vigor de un Príncipe y Estadista
“El Príncipe” de Macchiavello se nos está asomando en su más cruda realidad en esta etapa de balotaje electoral, cuando hemos llegado al mismo punto de polarización política observada previo al golpe que nos llevó a la dictadura, aun guardando las distancias de que aquel “evento” afortunadamente será hoy imposible.
La política es despiadada cuando se polariza y pisotea el horizonte más trascendente- el país y sus ciudadanos- imponiéndose las ideologías y el Poder.
2 candidatos arrodillados y un nuevo Frente sintiéndose dueño de la situación no es la mejor combinación en la politiquería donde campea la soberbia, la ambición, la codicia por el Poder, otorgando sentido a la demasiada reiterada frase de Macchiavello que “el fin justifica los medios”.
Maquiavelo pudo inspirarse en cualquiera de las principales figuras hoy presentes en esta segunda vuelta presidencial. Habla del principado hereditario (Guillier); de aquel conseguido por voluntad de otros (Frente Amplio) y de quienes teniendo fortuna deben defenderlo (Piñera).
El renacentista sugiere una serie de prácticas que dieron origen al concepto de maquiavelismo- lo astuto, lo torcido, lo mordaz- hoy presentes en la política.
Dice: “no hay que mantener la palabra dada si eso puede volverse en contra, lo cual no es malo, pues los hombres de hecho no suelen cumplir con su palabra. Lo importante es saber disimularlo, los hombres son tan crédulos que el que engaña siempre encontrará a quien se deje engañar”.
Por tanto quienes- ingenuamente- se preguntan de dónde surgirán en Chile los recursos para financiar tanto ofertón prometido por 2 candidatos que se desangran por capturar los esquivos votos y se inclinan ante las demandas de quienes podrían proporcionarlos, lean al visionario Maquiavello, quien tiene en el Chile actual la mejor ratificación de la vigencia de su Tratado.
Pero como, según él, una de las artes de la política es engañar, cifremos la esperanza en que no nos endeudaremos hasta el tuétano para dar curso a promesas centradas en un solo sector y que olvidan al Chile de los campamentos, de las listas de espera, de los consultorios, de los jubilados, de nuestra infancia abandonada, de los viejos, de los sin calle, cuya tragedia es no contar con capital electoral.
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