En materia de Confianza Pública, los políticos de la América Morena se quedan repitiendo
En materia de Confianza Pública hacia los Políticos, el mundo latinoamericano reprueba estruendosamente.
Según el Foro de Competitividad que mide entre otras dimensiones los estándares éticos de los políticos estamos muy lejos de los Top 10 que encabeza- con la nota del 1 al 7- Singapur (6,4). Le siguen como los más correctitos del curso entre 137 naciones, los Emiratos Árabes (6,3); Nueva Zelandia (6,1); Qatar (5,9); Finlandia (5,8); Noruega (5,7) y Holanda (5,6).
Uruguay es la única nación latinoamericana que sale decorosa al situarse en el puesto 28 con 4,4 de evaluación.
Chile se queda repitiendo porque se ubica en el lugar 66 con nota 3, antecedido por Costa Rica, con un 3,2.
Y entre los 15 últimos más porros y de mayor rechazo público a políticos hay nada menos que 11 naciones del continente, a quienes acompañan Mongolia, Líbano, Nigeria y Zimbawe.
Por cierto, Brasil es el peor al situarse en el último lugar, 137, con apenas un 1,3 de nota.
Nada muy reconfortante cuando estamos próximos a renovar los Poderes Ejecutivo y Legislativo y tal déficit de confianza explica el desinterés de la ciudadanía por empatizar con la campaña y particularmente con la fiesta de descalificaciones mutuas entre los candidatos.
Es decir nada nuevo del comportamiento que se ha estado registrando en los últimos años.
Sobre el tema escribimos para el Semanario “Tiempo” la semana recién pasada, teniendo como base las interesantes apreciaciones del destacado científico Humberto Maturana, quien le da una vuelta de tuerca al comportamiento de los políticos, afirmando que en el país hay una crisis de honestidad, que finalmente lesiona la confianza, un valor que nos mueve o nos bloquea en Economía, en Política y transversaliza nuestra relaciones.
Les invito a leer esa columna:
Crisis de Honestidad
Semanario “Tiempo” – 29/09/2017
A días de cumplir 89 años, el destacado biólogo Humberto Maturana, en entrevista a Revista “Qué Pasa”, pone los puntos sobre las íes sobre un tema que transversaliza a los chilenos, al señalar que el país lo que vive no es una crisis de confianza, sino de honestidad.
Concordamos con este neurobiólogo, porque a raíz de diversos escándalos que han sacudido a Chile en estos últimos años, los políticos han instalado la Confianza como un tema crucial, en circunstancia que ésta se ha esfumado a consecuencia de la deshonestidad, como lo indica este Premio Nacional de Ciencia que en extensa entrevista da cuenta de una visión ciudadana que ya se fue.
Recuerda él a propósito de tal valor, que experimentó una vergüenza “gigante” al ser sorprendido por un conductor de bus al depositar sólo 10 centavos y no los 20 que correspondía a la tarifa.
La anécdota no termina ahí, porque una señora lo sacó de su incómoda situación y depositó los 10 centavos restantes, tranquilizando al niño.
Avancemos raudos los 80 años de esa experiencia que Maturana dijo no olvidaría jamás y fue su punto de partida para ser siempre honesto, y concluyamos que tal escenario no ocurriría.
Tal vez el niño miraría desafiante al conductor, la señora estaría ensimismada jugando con su celular y si nos acercamos a un mayor realismo, recordemos que hace una semana un adolescente fue asesinado en un bus por unos facinerosos que lo abordaron para robar a los pasajeros.
Es la distancia del Maturana niño con este hoy octogenario que en una visión grandiosa propia de su experiencia y del tiempo que le correspondió vivir, da cuenta en esa entrevista de un hombre orgulloso de haberse educado en colegios públicos y tener la certeza que hoy, lamentablemente, como niño pobre, no habría logrado la sapiencia adquirida.
Muchos ejemplos pueden poblar el sustento del Maturana actual para referirse a la crisis de honestidad contemporánea. Aportamos a ese pensamiento como ejemplo la resistencia de instituciones como el Senado y otras que se resisten a ser fiscalizadas.
Y que parlamentarios no concurran a audiencias para ser indagados.
Maturana convoca a los chilenos a reflexionar y dice que le preocupa que los jóvenes que se inician en la política queden atrapados en sus ideologías y no actúen desde el entendimiento.
El tema migratorio también este destacado investigador lo aborda desde la honestidad estimando que debe ser gestionado con una visión de Estado y no ideológica porque no es honesto “recibir gente para meterla en un rincón y que se las arreglen solos”.
Una lección para el Chile actual de un erudito que recibió una formación de excelencia en un Chile muy modesto y quien cree que la democracia “requiere honestidad, mucho respeto y posibilidad de conversar, resolver dificultades, en un propósito común”.
¿Será posible tal ideal?
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