se asume livianamente
Un canal de la televisión abierta daba cuenta hace una semana sobre carreras clandestinas en la vía que une Santiago con la V Región donde locos del volante imprimen a sus enchuladas máquinas velocidad por sobre los 200 Kms/hora.
El reportaje daba cuenta de repetidas multas que no amedrentaban a estos jóvenes que en busca de adrenalina ponían en riesgo sus vidas y la de inocentes usuarios de esta demanda carretera.
De paso, mostraban indiferencia frente a ocupantes de un grupo poblacional aledaño al sector ocupado por estos fanáticos de la velocidad. Los residentes se quejaban de las perturbaciones y horas de insomnio que le provocaban con sus máquinas seguramente sin tubos de escape, porque estas desquiciadas pruebas se organizan de lunes a jueves entre las 23:00 y 03:30 horas de la madrugada.
Pero ¿qué esperan los pobladores, si estos fanáticos no respetan sus propias vidas y la de terceros, por qué habría de interesarles la tranquilidad de otros ciudadanos en su necesario descanso?
Un segundo grupo con el mismo perfil, en otro sector de Santiago, “jugaba” a chocar a elementos que se “interponían” en su pista.
La exposición a la muerte es un tema que como sociedad parece que la miramos con lejanía, indiferencia y nuestras sensibilidades despiertan sólo en la cercanía y afinidades con quienes la sufren. Ya se avecinan las festividades nacionales con los días festivos más extensos del año (4 jornadas para el país y 5 para la IV Región) y los medios de comunicación darán cuenta con posterioridad del “balance” con víctimas donde una actitud triunfal de los informante puede ser una menor cantidad de víctimas.
Otro ejemplo de esto ha sido la escasa receptividad en la Opinión Pública de los más de 6.000 casos de pacientes que fallecieron como integrantes de una lista de espera a un tratamiento o cirugía que nunca se les brindó.
Este tema, revisamos en nuestra columna de la pasada semana en el Semanario “Tiempo”, teniendo como eje principal una primera aproximación el fallo del Tribunal Constitucional por la impugnación a la ley que despenalizará el aborto en tres causales.
Conocido el dictamen del TC, haremos también una precisión en el texto que elaboramos para esta semana, sellando así nuestro aporte a la postura contraria a esta iniciativa que con honestidad y franqueza hemos analizado también en otros artículos que se han incorporado a esta agenda.
Les invito a leer la columna ya publicada en medio escrito.
La Cultura de la Muerte
Semanario “Tiempo” – 25/08/2017
En la misma jornada del eclipse solar observado el pasado lunes en el hemisferio norte, se eclipsaron las opciones de vida de futuros nonatos que perdieron la batalla en la ley sobre despenalización del aborto.
No obstante, el Tribunal Constitucional tuvo tan en cuenta que ésta será una ley que “permite” y no “obliga”, que declaró inconstitucional la prohibición que se pretendía imponer a las instituciones para invocar la objeción de conciencia y abstenerse del procedimiento.
A pesar que la nuestra era la opción por la vida, nos parece que con este fallo, esta instancia silencia las voces descalificatorias de su acción y otorga una señal que sus sentencias las asume frente a las convicciones de sus integrantes sobre el apego a la Constitución.
En tiempos de gran politiquería, se hace necesario este tribunal de expertos y su decisión ponderada en revisión de iniciativas de dudosa prolijidad.
¿Qué dirá ahora el candidato Guillier, quien se negó a participar de las audiencias públicas, calificó al TC de “nada serio” y de “no ofrecer ninguna garantía de legitimidad”? Al tiempo que amenazó con derogarlo en su eventual mandato.
Señalamos su postura porque un aspirante a gobernar el país no puede mostrar una visión cortoplacista y oportunista frente a instituciones garantistas del cumplimiento constitucional.
En un escenario electoral, propuestas como la aprobada de interrupción del embarazo, constituyen un buen puntal para captar votos, particularmente ganar el sufragio femenino.
Nunca dudamos que esta ley se aprobaría en el momento oportuno, así como que en las dos causales de inviabilidad y riesgo materno, era suficiente el diagnóstico médico.
Más controvertida es la tercera causal, la violación, en lo pertinente al destino letal de un feto que se desarrolla en apropiadas condiciones.
A las 14 semanas de gestación, el periodo para autorizar su interrupción, el feto ya tendrá su estructura esquelética, su desarrollo cardio-pulmonar y sus latidos; estará definida su cara y su sexo y con sus manos y pies formados, está preparado para iniciar su movilidad.
En este caso, habremos dado un paso más en la cultura de la muerte, la misma que nos permitió asumir con indiferencia los casi 7.000 decesos de pacientes en listas de espera, que al igual que los 1.300 niños del Sename catalogados como “egresos” tras su fallecimiento, no merecieron una indagación sobre las causas de su dramático final.
Tan poca sensibilidad hay sobre lo acontecido en el servicio asistencial a menores, que la DC estaba dispuesta a postular en carrera parlamentaria a la ex directora del Sename, ahora imputada en el proceso por la muerte de Lisette Villa.
Aborto, Sename, Listas de Espera, locos al volante y delincuentes con chipe libre para disparar, ¿quiénes serán los siguientes en integrar nuestra particular y diversificada Cultura de la Muerte?
Comments
No comment