Sí hay: muchos pillines “embargando”dineros públicos y privados
El otrora “Economista” permanentemente requerido por los medios de comunicación, referente del pulso económico nacional, Rafael Garay, continúa desde la Cárcel, su domicilio hoy, brindando sal y pimienta para el periodismo, porque desde las páginas de la economía saltó a las policiales, al quedarse con $ 2.000 millones de pesos de ahorrantes a quienes convención con su verborrea.
Hoy volvió a declarar ante los tribunales para seguir construyendo su especial tinglado de paloma blanca, buscando la metamorfosis para que la Justicia diga que debido a su “irreprochable conducta anterior”- recordemos que su abogado le blanqueó su hoja antes de retornar al país- y “a los evidentes esfuerzos por compensar a los defraudados”, luego estará fuera de las rejas.
Hasta podrá irse del país, a reunirse con su rumana o quien sea que le crea.
Pero lo más plausible es que se traslade donde tiene el dinero porque hoy sólo ofreció ante los tribunales resarcir a los embaucados y dejó a disposición un departamento que tiene un valor de 91 millones de $, …pero con deuda hipotecaria, es decir el banco lo tendrá que rematar, con contribuciones atrasadas y deuda de servicios básicos.
Este peladito sigue engañando, sigue mintiendo y no se le mueve ni un músculo.
Ofrece también obras de arte. De dudoso valor, porque debieran mencionarse sus pintores y nada de eso hay.
Ha traspasado $ 1 millón para 2 víctimas, cada una por $ 500.000, la primera pretende compensar los $ 15 millones que recibió de un ahorrante, cuyo capital correspondía a una indemnización por un accidente que le impide trabajar.
¿500 mil pesos como premio consuelo por 15 millones para una víctima que vive un drama? Una burla…
¿Dónde tiene el dinero? Son $ 2 mil millones que hay que creerle los tiene gastados. Hay que ser demasiado ingenuo o soy muy modesta para consumir, porque a mí esa suma me serviría hasta para pre pagar mi funeral.
Así es hoy la delincuencia, particularmente la de cuello y corbata: busca un abogado astuto, que le pone túnica blanca y aurora de angelito, lo saca de la cárcel y no sabemos más de él.
Lo mismo ocurre con Carabineros: ¡21.000 millones de pesos! Que tampoco se sabe dónde están. Esa suma- sigo con mi modestia- me serviría para pagar un lujoso departamento en el Paraíso, junto a San Pedro, y si he sido muy perversa, previamente habré cancelado mi fianza para salir del infierno.
En el caso del Pacogate, la cosa es muy simple: hasta este fin de semana había ¡68! involucrados- podrían formar una Sociedad Anónima de la Delincuencia- y habrá que incautarle todos los bienes, pero aún faltaría suma.
¿Cómo es posible que la institucionalidad no se percatara de tamaño forado de sustracción de dinero público?
¿Por qué la otrora subsecretaria de Carabineros, Javiera Blanco, hoy flamante Consejera de Defensa del Estado- mire que ironía- por la gracia de Bachelet- se lavó las manos y dijo que nada sabía sobre este mega desfalco?
Es la desvergüenza de la delincuencia a todo nivel, cubre toda la escala socio-económica y sorprenden 3 elementos: la capacidad de triquiñuelas para llevarse lo ajeno, lo descampado del país para que vaya in crescendo toda la gama de delitos y que una gran mayoría pueda librar del castigo.
¿Como Garay no hay? Sí, hay muchos. Recordemos el multimillonario robo en el aeropuerto cuando una banda llegó hasta una “zona de seguridad”, donde se supone puede ingresar sólo personal autorizado, y logró inmovilizar a operadores para llevarse el mayor botín de las últimas décadas ascendiente a 6.000 millones de pesos.
Después de eso, dudamos que el terminal aéreo no estuviese expuesto a la instalación de un artefacto explosivo, por gente que deambula por el mundo jugando a los fuegos artificiales. Al parecer, la tasa de embarque en permanente reajuste no alcanza para brindar protección a quienes la pagan, aunque son varios miles de millones.
Nunca más se supo ni del dinero, algunos de los delincuentes están tras las rejas y fueron descubiertos porque uno alardeó con compras lujosas exhibidas por redes sociales. El CI le alcanzaba sólo para delinquir.
Pero hay miembros de la banda que ya no están en el país y apenas lograron recuperarse mil millones de pesos.
Eso, como botón de muestra del nivel de bandolerismo existente en el país.
Otro “prototipo”: lo ocurrido en Valparaíso y Viña del Mar, donde las bandas parecen circular al estilo Far West, cobrándose cuentas a plena luz del día.
De “modelos” podríamos llenar páginas, capítulos, libros y tomos temáticos. Pasearnos por toda la ralea social de este angosto país: desde los guetos de la periferia a los guetos que viven cerca de la cordillera respirando aire puro.
En estos últimos años, las investigaciones periodísticas y la Ley de Transparencia, así como la Reforma Judicial, han permitido que afloren los delitos protagonizados por los de cuello y corbata.
El escenario ha cambiado, pero se mantiene inamovible el manto de protección existente en torno a aquellos que pueden pagar una buena defensa y quienes forman parte de red protegida por los poderes fácticos.
En esa línea, mencionemos a los crecientes escándalos derivados de la espuria relación de empresarios y políticos que tanto daño ha hecho al país en menores ingresos tributarios, escurrimiento de platas negras, incremento del nivel de desconfianza de la ciudadanía, erosión de la Democracia y- tal vez lo más lamentable- constatar que hay 2 categorías de Justicia: una para los protegidos y otras para el resto.
El último golpe que viene a ratificar esta injusticia es la decisión del Servicio de Impuestos Internos que no perseguirá judicialmente a la gran mayoría de empresas que aportaron dineros irregulares en campañas políticas y generaron el manto de dudas sobre la conducción de leyes que pudieron perjudicarles.
Hasta la Contraloría Nacional objetó la decisión del SII que fue férreamente defendido por el Gobierno que con un sesgo insólito afirmó a través de su vocera, la ministra Paula Narváez, que la función del organismo era recaudar impuesto y eso estaba haciendo al aplicarles multas.
Extraño, porque el recaudador de impuestos es la Tesorería General y la real función del SII es CAUTELAR que los tributos se paguen. De lo contrario, debe llevar a la justicia penal a los infractores. De esto se abstuvo y todos los peces gordos que graciosamente pasaron plata a políticos no pasarán por los tribunales.
Después de ese mazaso con la anuencia del Gobierno ¿Quién es Rafael Garay? Un chiste, porque siendo pescado más chico y más novelesca toda su estrategia para cometer pillerías, ésta resulta anecdótica frente a lo ocurrido con la confabulación de políticos y empresarios, con Chang, con el Pacogate y las investigaciones que ocurren ahora en Codelco sobre dineros malgastados, porque la ley es laxa.
De Garay hay que reírse, después que admitió ante el juez que su ficticio cáncer estuvo inspirado en una película con ese argumento. Vamos a buscar la cinta, no la conocemos, pero creamos a Garay que admitió haber memorizado tras googlearlo, los síntomas de un cáncer en la base de su cabeza.
No tiene cáncer, pero que en su descubierta testa algo está mal, claro que sí.
Entre los síntomas descritos en declaraciones a medios que le recibieron para hablar de su mal “incurable” dijo que ya estaba perdiendo “la memoria a corto plazo”.
Eso sí que se lo creo a pie juntilla, porque se le olvidó que debía devolver los 2.000 millones de pesos que le robó a incautos que le confiaron sus ahorros.
Ahí está la explicación, borrada la memoria, borrado este caudal que tiene escondido en alguna parte.
Un compacto de la delincuencia que se desplaza por el país y el deterioro en imagen y recursos que significa para el país, escribí la semana reciente en el Semanario “Tiempo”.
El resto está todo dicho….hasta que nos sorprenda otro pillín con nuevo imán para quedarse con el dinero ajeno.
Les invito a leer esa columna.
Nuestra gran pérdida
Publicada en el Semanario “Tiempo” el 02 de junio de 2017
Somos una franja larga y angosta de tierra, una letanía que se aprende en los colegios y después repetimos como un negativo mantra que nos empequeñece.
Pero es cierto, geográficamente, somos el rinconcito del continente, aunque alguna vez nos vendieron la pomada de igualarnos con los tigres asiáticos- no lo logramos- y en otras, muchos disfrutaron con la corona de Miss Universo; la Copa del Chino Ríos o el copón sudamericano de fútbol.
Como sea, en niveles de políticas públicas ya no nos admiran. Ni el FMI invita a imitar nuestras estrategias económicas; las AFPs ya no son modelitos emulables ni la OCDE nos convocaría.
Los últimos elogios escuchados es que sabemos comportarnos en sismos y tsunamis, aun cuando en el manejo y prevención de desastres tampoco somos una monedita de oro.
Al margen del desplome económico, en lo social enfrentamos en el país un incorrecto comportamiento de organizaciones y ciudadanos que han ido debilitando la calidad de vida y el acervo nacional.
No se trata de una visión pesimista, se expresa en los perniciosos acontecimientos de los que nos informamos día a día que muestran una preocupante descomposición del tejido social en conductas que se observan y que el entramado institucional ha sido incapaz de contener.
La pasada jornada dominical, muchos chilenos se motivaron por visitar el conjunto de creaciones que configuran el patrimonio nacional cimentado en nuestra historia.
Pero el Día del Patrimonio resultó opacado por una turba de autodenominados anarquistas cuyo afán era sólo destruir.
En la Araucanía y el cordón urbano de Valparaíso y Viña del Mar actúan grupos en que los primeros tienen enfrentados a grupos étnicos, políticos, empresarios, transportistas y autoridades y el segundo da cuenta cómo pueden actuar en la impunidad bandas que ejecutan ajustes de cuentas a plena luz del día.
El lunes reciente, preocupados y atemorizados residentes de Recoleta informaban de una persistente balacera que se inició a las 7 de la tarde y que se mantenía hasta la 1 de la madrugada.
Sin que nadie la contuviera.
Son 3 “botones” de muestra para una situación inquietante que va más allá que los mismos hechos: el descontrol, porque en ninguno de los mencionados se ha logrado imponer el principio de autoridad que otorgue tranquilidad al ciudadano que sólo aspira a llevar en paz su cotidianeidad que en muchos es agobiante.
No constituyen casos aislados: en este contagiado tejido social sumemos irregularidades de partidos políticos, empresas y delincuentes de elite engañando a desprevenidos ahorrantes.
Agreguemos el Pacogate, el Milicogate y marinos fisgoneando a compañeras.
Sigamos: espionaje en gremio empresarial y sideral gasto fiscal en celulares de parlamentarios.
Toda una caterva que Platón hundiría en su caverna.
Con tan desalentador “paisaje”, diríamos que: ¿Estamos avanzando o retrocediendo?
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