¿Lagos o Bachelet?
Este título no es consigna política ni encuesta. Porque después de la potente intervención de Lagos que electrizó portadas, pareciera que hay que estar o con Bachelet o con Lagos. En la Nueva Mayoría emergió la crítica por el flanco más inesperado, el amigo, se suponía.
Lagos se distanció así de su coalición, su forma de gobernar. Pero en rigor, el caballero que amenaza con su dedo nunca ha estado muy presente en el conglomerado.
No entender la reprimenda, es resistirse a admitirla. Quedó clara tras su intervención frente a empresarios, cuando habló como él suele hacerlo, con voz fuerte y golpeada: pan, pan; vino, vino: sin eufemismos, medias tintas ni metáforas. No hay otra interpretación.
Simplifiquemos también al hueso, directo a la médula y recordemos que expresó que le disgustaban las retroexcavadoras destructivas, que sigue siendo adicto a las concesiones, que si insistían en mayor presencia estatal, habría que pedir más impuestos.
Para más baldes de agua fría, afirmó que falta liderazgo.
Según Lagos, si el gobierno persiste en ir contra lo que quiere la ciudadanía, deja espacio a la oposición para que lo capitalice.
Lo que más comparto con él, es el tremendo atraso existente en infraestructura si queremos ser competitivos y avanzar al desarrollo.
El de Lagos debe haber sido un golpe difícil de enfrentar para la Nueva Mayoría: un odioso dolor de muelas.
Algo así como cuando nos caemos y nos levantamos con toda dignidad, aunque las rodillas sufren como diablo.
Tenemos entonces ahora un país según Lagos y otro según Bachelet.
Claro, en medio del desorden y el campo de batalla en que han convertido el país los conglomerados de izquierda y de derecha, la potente voz de Lagos suena como el líder que llega a poner orden.
Pero no nos dejemos encandilar. El consolidó las transnacionales en nuestra infraestructura y las sigue defendiendo. ¿Más concesiones? ¿Bajo los mismos contratos leoninos que nos dejó el ex mandatario, que en infraestructura vial representan impuestos directos?
¿Avanzar en el Transantiago que subsidia todo el país porque los recursos “espejos” se descuentan de otros ítems?
La suya además fue una mirada centralista. De social tampoco tiene nada. Al ex gobernante preocupa la falta de pórticos electrónicos para salir de Santiago, pero no le escuché ni un punto, ni una coma, sobre el pésimo transporte que debe enfrentar el ciudadano a pié de regiones alejadas del centro: micros destartaladas, sogas por donde se exponen niños y viejos ante la carencia de puentes. Una realidad más cruda que instalar pórticos electrónicos.
¿Y la década de sequía en esta región?
¿Algo sobre los ancianos y sus miserables pensiones?
Por eso, no me pronuncio ni por Lagos ni por Bachelet, sino por el país que está allende del horizonte de los políticos, el real, el del día a día, el Chile tras la frontera metropolitana: el invisible.
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