Nota de la Editora: Tras el necesario descanso, me reintegro y publico este artículo escrito para el Semanario “El Tiempo” en la semana del “18”, por eso contiene alusiones a la celebración de esa fecha. Pero el tema- Violencia y Delincuencia- como también lo señalamos en la columna, es un asunto “muletilla” en el acontecer del país y permanente en la agenda periodística. No ha perdido vigencia, lamentablemente.
De regreso, compruebo que la delincuencia no tiene piedad y este convencimiento se reafirma con el asalto y robo de especies de la Caja de Crédito Prendario en Santiago. A la “Tía Rica”- como popularmente se le denomina- le han sustraído joyas, cuya propiedad sabemos con certeza, pertenecen a chilenos de escasos recursos, que dejan en prenda estos valores muchas veces para contar con dinero con el cual alimentarse.
Quienes participaron en el robo tienen la seguridad de ello y no han trepidado en virtualmente ingresar a cada una de las viviendas de más de 8.800 personas modestas para sustraerle activos preciados para el sustento mensual y del recuerdo de familia.
Los delincuentes no son Robin Hood: no son héroes románticos y también acometen contra los más indefensos, los menos protegidos, los más vulnerables.
Agreguemos que el tentador robo de joyas está unido a que existe una sólida red de reducidores, una figura que está sancionada por la ley, pero que opera eficazmente. Todos sabemos donde se sitúa la red de reducidores.
Eso es similar al robo de vehículos, con una red de reducidores y de flujo hacia otros países.
Los reducidores son tan delincuentes como quienes operan sustrayendo las especies.
En el caso de las joyas- hoy que todos tienen acceso a la fotografía a través del celular- recomendamos contar con fotos de estos activos, aun cuando será difícil enfrentarse al desmontaje.
Es que la delincuencia opera con estrategia e inteligencia, la misma de la cual carecieron para ganarse el sustento de manera honrada.
Como señalé en el artículo, la violencia y la delincuencia seguirá campeando, y la fiesta no se ha acabado.
Les invito a leer este artículo y reflexionemos qué podemos hacer cada uno para reducir o enfrentar esta lacra de la sociedad.
Coppola retrató en “La Ley de la Calle” a un joven que aspira revivir las pandillas, el sueño de algunos adolescentes desamparados en busca de identidad y reconocimiento.
El cineasta repetiría el tema en “Rebeldes” donde enfrenta a escolares con un grupo marginado, los perdedores en el sueño americano.
Pero hoy ¿para qué buscar en la ficción lo que es posible encontrar en cualquier oportunidad a la vuelta de la esquina?
Violencia y Delincuencia es nuestra inquietante escalada.Algunos acusan que es sobrerreacción periodística; negocio de la prensa, argumentan otros, desde la comodidad de asignar a los medios el constructo de estos hechos.
¿Veamos qué aconteció sólo en semanas recientes?
Un niño asesinó a otro por esconderle su celular. Un segundo caso fue un menor muerto a manos de su compañero tras rencilla fuera del colegio. Un bombazo dejó 14 heridos y convirtió el Metro en el transporte del miedo. Balaceras que a luz del día cobran cuenta entre pandillas. Barristas furiosos que asesinan a “rivales”. Hospital donde se acribilla un paciente.
Agreguemos barrios transformados en guetos, alunizajes, cajeros automáticos destruidos y seis delincuentes huyendo con cuantioso botín tras vulnerar la “seguridad” del principal aeropuerto. Sumemos guardias y carabineros baleados.
¿Y si en el terminal, por donde circulan miles de pasajeros, hubiesen instalado un artefacto explosivo o tomado rehenes? Ya habían traspasado la “inexpugnable” pista ¿Cuál era el problema?
Las calles chilenas convertidas en un farwest. Lo mismo sucede con recintos- colegios, centros comerciales- que debieran contar con amplios márgenes de seguridad.
Las últimas estadísticas (ONG Activa) informan que la inscripción de armas creció un 68,5% en el quinquenio 2009/2013. Para defenderse, me imagino, en esta cárcel en que estamos convirtiendo nuestro país: de casas premunidas de alarmas, barreras eléctricas, guardias que nos custodian, planes cuadrantes, seguridad ciudadana, perros amenazantes. La industria de la seguridad prospera y también crece el temor del ciudadano quien ya no se siente seguro en calles solitarias o en su cruce con un desconocido.
Unas 500 causas se procesaron sólo el primer semestre del 2013 de jóvenes premunidos con armas blancas o de fuego.
La reincidencia de menores egresados del Sename es cerca del 50%, cifra que da cuenta del fracaso de las políticas públicas sólo en esta área.
Cabe preguntar ¿Quién frenará esta epidemia que de tanta recurrencia nos está llevando al preocupante límite de la indiferencia?
La prensa es sólo el retrato de la sociedad y ya nos ven como un país de libre demanda en actos delictuales.No ha sido grato describir tan devastador escenario en Fiestas Patrias, pero la inseguridad y la delincuencia seguirán campeando en y después de estas festividades. La fiesta, como prometió Piñera, no se ha acabado.
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